CARACOLES

¡Gusta mucho mí los caracolos!
Eso decía ese antiguo anuncio de la tele, en el que el turísta extranjero se comía hasta las cascaras. Bueno nosotros no nos las comemos, pero nos falta poco, porque están ríquisimos, aunque el secreto está en la salsa.
Estos caracoles los ha cogido mi marido, el sábado para ser más exactos fue a por ellos, pero los que no tengáis la oportunidad de cogerlos en el campo, los congelados sirven igualmente.

Ingredientes:

• Agua, sal y vinagre para lavarlos.
• 1 cebolla.
• 2 hojas de laurel.
• 3 ó 4 ajos.
• 1 pastilla de caldo de pollo.
• Pimentón.
• Guindilla (opcional).
• Vino blanco.
• Agua y sal.

Preparación:

Primero hay que lavar los caracoles con sal y vinagre, esperar que suelten las babas, aclararlos con agua y repetir estas operaciones tanta veces como sea necesario hasta que no suelten babas. (yo los lavo tanto que creo que les quito hasta el gusto, menos mal que luego les hago la salsa).
Cuando ya están bien lavados se ponen a cocer en agua fría con la cebolla y 1 hoja de laurel, se dejan hasta que salgan de las conchas y se les quita la espuma que sueltan en el agua.
En una pastelera de barro (si es posible), se fríen los ajos rajados, cuando estan doraditos se sacan y se machacan con un poquito de sal y el avecrem. A la pastelera se añaden los caracoles, se les dan unas vueltitas y se le añade una cucharadita de pimentón y la guindilla si se quiere, 1 hoja de laurel y el machacado que se habrá desleido con vino blanco, también un poco de agua. Luego se dejan cocer a fuego medio para que se haga la salsa y a comer, que estan bien buenos.
¡Que aproveche! y mojar en la salsa que merece la pena.